Esta semana hemos tenido casi todos los ingredientes de un otoño amable: niebla, lluvia, nubes y sol dorado. Tan sólo ha faltado el viento (que puede seguir ausente sin que lo eche de menos). Una semana para mojarse con una tormenta, correr bajo cielos lácteos de neblina y sentir el olor de la humedad, a hongos y tierra mojada.
Un otoño perfecto en el que, además, tampoco hemos podido quejarnos del frío. Algo que notan los árboles, reacios todavía a perder sus hojas. Quizás esperan a que lleguen ráfagas más duras del norte para decidirse a abandonar los hábitos.
Y mientras tanto, nosotros podemos disfrutar chapoteando entre la hierba mojada, o asomándonos a los charcos (pocos todavía, la tierra estaba muy seca). Corriendo por el campo mientras disfrutamos de una estación en la que no podemos dar por sentado lo que nos espera antes de abrir la puerta de casa.
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