En los bosques del norte es más fácil ver cómo el color del paisaje va cambiando con las estaciones. Pero aunque por aquí predominan las encinas, las jaras y los enebros, también se puede ver cómo el tono muda de unos meses a otros.
Son variaciones mucho más sutiles que en otras partes, pero la luz del sol no se refleja igual en enero que en agosto. Hay veces en los que prima el color marrón, casi negro. Otras veces las colinas se visten ligeramente de verde. Y ahora es cuando llega el momento en el que la hierba seca y el sol de la mañana lo tiñen todo de color dorado.
Luego vendrá el amarillo blanquecino de los campos agostados. Después las lluvias del otoño nos darán un pequeño respiro. Y más tarde las plantas destacarán su verde oscuro contra la tierra muerta del invierno.
Nuestra tierra tiene poca variedad, pero es rica en matices. De esos que exigen una atención activa para poder ser apreciados. Dicen que hasta en los desiertos no hay dos días iguales, aunque a veces creo que hay que haber nacido en ellos para sentir las diferencias.
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