Últimamente no se me escapan los pies para salir a correr. Por un lado, cuando hace mucho calor se me quitan las ganas de trotar. Y además, el campo ahora no invita a disfrutar del paisaje. Así que el cuerpo me pide sombra y relax.
No me gusta nada correr con calor. Mi temperatura preferida para trotar está entre los 10º y los 15º. Pero si tengo que sufrir, prefiero hacerlo con frío antes que con el sol torrando. Lo bueno del invierno es que tan sólo hay que ponerse más capas de ropa. En verano a veces dan ganas de quitarse hasta la piel.
Y respecto al campo, ahora es cuando entra de verdad en la zona muerta. Porque en el más duro del duro invierno todavía es posible ver alguna planta luciendo su manto verde. Pero la sequía y la canícula lo dejan todo reseco y medio muerto. Un tiempo en el que lo mejor a veces es parar y esperar a que vuelvan las lluvias a traernos algo de vida nueva.
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