Los cielos nublados de los últimos días han hecho que mis carreras matutinas discurran por paisajes que evolucionan del negro al azul oscuro. No es exactamente l'Heure Bleue, el momento crepuscular luminoso y profundo en el que la naturaleza se calla. Es más bien ese otro tono del invierno en el que la luz imita al frío.
Porque aunque la temperatura no sea demasiado baja, el viento del norte nos está dejando el primer abrazo del invierno. Y así la nieve que visten las montañas de Guadarrama al fondo, y la luz de hielo azulada que rebota en las nubes nos refuerza una sensación que ya creíamos perdida.
Aunque todo es relativo. Porque seguro que estos fríos en los que el termómetro no se aleja mucho del cero, ni por arriba ni por abajo, son casi un veranillo para los habitantes de países nórdicos. Esos en los que para salir de casa tienen que apalear la nieve que cae cada noche.
No hay comentarios :
Publicar un comentario