He vuelto a retomar mis carreras matutinas con mucha calma. Aunque por fin he conseguido matarle, el virus me ha dejado el cuerpo flojo después de dos semanas renqueando por las esquinas. Así que no es cosa de batir récords en estas primeras salidas del año.
El primer día llevé el frontal por si acaso, pero lo cierto es que ya se empieza a notar que los días se van haciendo más largos. De pequeño siempre pensaba que el día crecía de o disminuía de forma regular. Pero no. Después del solsticio de invierno el sol continúa retrasando su salida matutina durante unos días.
Por las tardes sin embargo ya es otra cosa. Y se agradece de verdad que la luz vuelva a invadir nuestras vidas, aunque sea muy poquito a poco.
Pero lo que de verdad me ha sorprendido en estos primeros días del año ha sido escuchar al amanecer a las perdices cloqueando como si llegará ya la primavera. Y a otras avecillas, no identificadas debido a mi ineptitud a la hora de reconocerlas por la voz.
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