Primera salida digna de su nombre desde el verano. Un recorrido no demasiado largo, pero que me ha permitido trotar por esos senderillos medio perdidos que conozco en el valle del Peregrinos, escapando de las hordas de ciclistas que brotan como las setas durante el fin de semana. Lo cierto es que el día merecía que todos estuviéramos disfrutando al aire libre. Porque a pesar de que no hacía demasiado calor, el sol me ha permitido correr al estilo de Anton Krupicka. Al menos en lo que respecta al equipamiento.
Por el camino me he encontrado con dos sorpresas vegetales: una mata de romero y una viborera floridas y hermosas. En el caso del romero, se ha adelantado un par de meses a lo que es normal para esta especie. En la viborera en flor, es la la más tardía que me he encontrado nunca.
A pesar de que en este valle predominan las encinas, los enebros y algunos bosquetes de pino, los árboles que siguen la sinuosa línea de los arroyos lucen ya sus hojas de color amarillo o rojizo. Así que tanto el tiempo, como los colores están haciendo honor este año al otoño. Que siga así, que echábamos de menos estas estaciones tan huidizas en estos tiempos de calentamiento global.
2h 02 min
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