Siempre que vuelvo a correr por Castilla después de pasar unos días en el norte me doy cuenta de lo duro que es el clima por estas tierras. Porque allí donde hay humedad y crecen los verdes prados la temperatura ni sube ni baja demasiado. A veces se echa de menos el sol. Muchas veces. Pero el cuerpo no sufre cuando trotas.
Sin embargo, en las mesetas del interior el frío y el calor se viven de verdad. De hecho, esta semana he estado corriendo al alba con el termómetro más bajo de lo que he visto en el norte. Y a mediodía, a pesar de que se acabó ya la ola de calor, la cosa no está para salir de la sombra.
Invierno e infierno, como decía aquel refrán que se está quedando ya un poco obsoleto. No porque la cosa se suavice, sino porque el tiempo asignado a cada estación, tal y como va el clima, ya nos hace vivir tan sólo tres meses de frío como mucho. El resto es calor en todas sus formas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario