Para romper la monotonía, y teniendo en cuenta que todavía no estoy en forma como para irme por los cerros de Úbeda, he dado una vuelta cortita por la zona de la Solana. Un recorrido que no es muy espectacular, pero que gana cuando se hace al amanecer.
Realmente el amanecer es como la nieve: todo gana cuando el campo está blanco o bañado con la primera luz. Porque los adictos a los selfies hablan siempre de la hora dorada del atardecer, pero es porque no conocen la maravilla que es ver una montaña estallar bajo un foco naranja o dorado con el primer rayo de sol del día. Será porque les pilla todavía dormidos.
Y eso que en estas fechas ya vuelve a amanecer a una hora más benigna. De hecho, se nota tanto que el día se acorta por momentos, que dentro de poco tendré que preparar el frontal si quiero seguir saliendo a estas horas.
1h 15 min
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