Las tinieblas van dando paso poco a poco a la luz. El año avanza y el día crece de nuevo. Aunque haga frío, y antaño nevara, es fácil de entender por qué bajo el hielo y la escarcha de enero los corazones de la gente se alegraban al ver que el sol volvía a ganar.
Esta primera semana de febrero voy descontando minutos a la luz del frontal. De hecho, ha habido un par de veces en las que el faro de la luna llena me ha permitido correr sin tener que encenderlo.
Cuando eran pequeños, les preguntaba a mis hijos el viejo acertijo: "cuanto más grande es, menos se ve. ¿Qué es?" Pues ahora que la noche se va haciendo más pequeña, sonriamos de nuevo a la luz.
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