Ya hay dos relojes en el campo marcando la llegada del buen tiempo. Por el día, comienzo a trotar con el canto del cuco. Bueno, primero se oye a los gallos de las granjas, pero esos suenan todo el año. Y por las noches, cuando termino de pasear con mi perra, se escuchan a lo lejos los pitidos monótonos de los autillos.
Son las dos señales sonoras de que el invierno está ya bien muerto y enterrado. Así que, aunque lleguen de nuevo lluvias, vientos del norte y días desapacibles, lo harán desde la bonanza de esta primavera-verano que disfrutamos.
Un estación que también ha llenado el campo de flores: jaras, gamones, cantuesos, linarias, orquídeas, altramuces, ajos silvestres... En esta época es un pecado quedarse encerrado en casa.
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