Como su propio nombre indica, este pequeño libro es un breviario. Al menos en lo referente al espacio, porque la activad (o mejor dicho, actividades) que el autor desarrolla en sus páginas le han ocupado casi toda su vida: correr y dibujar. Dos cosas que nos unen a nuestra propia infancia.
Los niños corren y dibujan de forma casi instintiva, quizás para conocer mejor el mundo que se abre ante ellos. Y esa es la actitud que ha querido mantener Lluis Alabern con sus piernas y lápices a lo largo de los años. Plasmando con sus carreras y dibujos la rebeldía infantil del que construye sus propios paisajes.
Cuando ya se acerca a la antesala de la vejez, nos regala estas ideas sueltas sobre la naturaleza, el arte y la vida, en la que el acto de correr sirve de hilo conductor. Un libro que se lee como si fuera una salida por el monte, a veces con un lenguaje más sencillo, que evoca a las zonas llanas, y otras con palabras más rebuscadas, que obligan un poco a trepar cuesta arriba.
Un libro cargado en cada página con referencias a muchos otros que han dejado por escrito antes que el autor lo que supone correr, andar, dibujar o vivir plenamente. Merece la pena echarle un vistazo.
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