Me gustaría poder decir que todo se debe a un pequeño trancazo, o a un virus tontorrón de esos que te dejan el cuerpo baldado. Pero no. Así que, seguramente sea este largo camino en picado (como diría Nick Hornby) de mi forma física en general lo que ha hecho que esta semana haya corrido todos los días con sensación de cansancio desde la primera zancada.
Por eso me he limitado a realizar recorridos cortos, cambiando tan sólo el sentido de la marcha de un día para otro. Pudiendo observar más detenidamente, gracias a la lentitud glacial de mis pasos, cómo el campo va transformándose según los días se alargan.
Pájaros revolucionados en cuanto clarea el día; largas frezas de anfibios, como cadenas de gominolas, en los pocos charcos que quedan; milanos en pareja disfrutando de sus vuelos; cada vez más jaras floridas... Los tiempos están cambiando.
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