Por segunda vez este año, al levantarme me he encontrado el campo nevado. Una lesión tontorrona en la espalda me ha impedido disfrutarlo al trote, pero por lo menos he aprovechado para dar un paseo. A las pocas horas, el sol la había derretido y todo volvía a la normalidad. Pero por unos breves instantes hemos podido disfrutar de un paisaje de otras épocas.
Y cuando digo "breves", lo digo en todo el sentido de la palabra. Por estos pagos nunca suele durar mucho el campo blanco , pero lo de hoy ha sido visto y no visto.
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