Un fin de semana que me he tomado para ir recuperando la forma. Lo que a estas alturas se reduce a poder correr durante un par de horas como objetivo vital. Lo que no parece tan sencillo, visto que estas dos salidas un poco más largas de lo habitual me han costada sangre, sudor y lágrimas.
Para empezar, un recorrido por la zona de la Solana sorteando charcos, con llovizna intermitente y mucho barro en el camino. Una salida que a veces hago entre semana sin problemas, pero que me ha dejado las piernas doloridas.
Al día siguiente, un recorrido sencillo y relativamente corto para ver cómo estaban las charcas de Camorcho después de tanta lluvia. Las charcas, llenas. Yo, vacío de fuerzas. Así que me lo tendré que tomar con mucha más calma. Porque parece que ahora, cada vez que dejo de trotar durante unos días, vuelvo a la casilla de salida.
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