Cada otoño me siento un poco como Sísifo. Después de haber llegado a trotar más o menos bien justo antes de que comience el verano, tengo que volver a recuperar luego la forma casi desde cero. Y cada año siento que ese cero está todavía más abajo.
El viejo truco que he estado utilizando para aguantar mis salidas es el de correr todavía más lento de lo habitual. A pequeños pasitos terminaré yendo hacia atrás, pero al menos llego a casa con la cabeza más o menos alta.
En esta salida, aprovechando que las piernas aguantaban, he terminado dando una vuelta de reconocimiento por el campo de Hoyo. Pasando por muchos sitios para ver cómo está todo: todo igual, todo seco.
La zona del cuartel, la Solana, la pista larga, la depuradora, el campo que rodea las Colinas o el arroyo de las Joyas. No queda nada de agua en las charcas, y por los arroyos lo único que baja es la arena y el polvo que lo cubre todo.
1h 50 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario