Esta semana ha llegado el frío de repente. Un día salía a correr en camiseta corta y al siguiente necesitaba hasta guantes (lo cierto es que soy muy flojo de manos). Así que entre el cambio de temperatura y que ya es de noche casi todo el rato, me había mentalizado para acostumbrarme a esto de correr en otoño.
Pero el caso es que una lesión en la espalda me ha dejado parado buena parte de la semana, así que tendré que acostumbrarme cuando el ambiente ya haya cambiado del todo. O casi, porque sigue sin llover y con cielos despejados.
Yo continúo invocando nubarrones y tormentas que no aparecen por el horizonte, porque lo mejor de esta estación es disfrutar del reverdecer temporal del campo. Pero sin agua no hay manera.
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