El frío no ha venido solo. Como suele suceder, los vientos del norte,
las noches despejadas y las mañanas de escarcha han traído de la mano una nueva
gama de virus que me han dejado tirado.
Justo en pleno fin de semana, cuando más quería echarme al monte con el
calor del mediodía, me he tenido que meter en la cama para sobrellevar mis
males. Así que, entre el frío nocturno y los achaques me voy encaminando hacia
una Navidad de piernas caídas.
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