martes, 13 de junio de 2017

La fuerza de lo simple

Hay deportistas buenos. Hay deportistas extraordinarios. Hay deportistas que sobresalen por encima de los demás. Y luego están los que redefinen la esencia misma de un deporte. Lógicamente, de estos últimos ha habido muy pocos. Así que, disfrutar ahora mismo de dos mitos a la vez es una suerte inmensa.

Y, sin embargo, como lo que une a estos dos genios es su sencillez, muchas de sus hazañas han pasado de largo a nuestro lado sin hacer ruido. Nos hartamos de ver repetido el último gol del futbolista de moda. O la canasta imposible de los Play Off. O la cabriola en la moto de un adolescente engreído. Pero pocos le ponen cara a un par de tipos que se están comiendo el mundo y que están haciendo cosas realmente imposibles.

Los dos van por la vida como Machado: ligeros de equipaje. Al verles, lo que más llama la atención es lo normales que parecen. Sus caras y sus cuerpos no destacan entre la multitud. Su fuerza, su increíble fuerza para romper con todo lo que se ha hecho hasta ahora, va por dentro.

Uno acaba de subir al Everest del tirón, casi como el que se va a dar un paseo por la montaña. Dos veces en una semana. El otro ha trepado una pared vertical de casi un kilómetro de altura. Sólo. Sin cuerdas.

Vendrán otros a hacerlo más rápido. O de espaldas. O cabeza abajo. Pero ellos son los que han abierto caminos. Sin hacer ruido. Sin preocuparse de batir récords. Sin esa rebeldía de pacotilla que nos venden muchas marcas deportivas. Sólo con la despreocupación del que ni siquiera sabe que ha roto todas las reglas.



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