Gran semana invernal la que hemos vivido. Con mucha nieve al principio, mucho frío y mucho hielo después. Un homenaje a esos inviernos que ya parecen perdidos en el olvido. Nos hacemos viejos a fuerza de repetir que ya no hace el tiempo que hacía. Por eso esta semana hemos rejuvenecido todos un poco.
Lo de correr con este tiempo ya es otra cosa. Porque a pesar de que la nieve y el crujir del suelo al amanecer son toda un experiencia, lo cierto es que cuesta lo suyo salir de casa con esta temperatura. Como trotar dentro de una congelador industrial.
Pero aunque sea al trotecillo de la burra y con los ojos llorando por el frío (por lo menos no hace viento) merece la pena vivir el campo en estas condiciones. Recuperando un poco los paisajes de nuestra niñez, cuando la nieve nos llegaba siempre hasta la rodilla (entre otras cosas porque nuestras rodillas estaban a un palmo del suelo).
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