miércoles, 11 de julio de 2018

La Najarra

La Najarra es una quizás la montaña más perfecta de la sierra de Guadarrama. Aunque en ella no destaca nada demasiado, es el conjunto de sus muchos detalles lo que la convierten en una gran montaña. Para empezar, es una de las pocas cimas altas del Guadarrama que tiene un perfil completo, y no se conforma con ser sólo un pico más en una cadena de montañas.

Su cima es típica del sistema Central. Una cúpula redondeada y maciza, con roquedales y pequeños prados en la que pacen las vacas. Pero al estar al final de una cadena lateral de la cordillera, conserva su forma de cono independiente, unido tan sólo por un istmo a  Cuerda Larga. Una montaña alta y de base redonda que puede rodearse y que ofrece una gran variedad de paisajes en cada una de sus faldas: robledales, pinares, praderas, roquedales, espolones y canchales. No falta de nada.

Un lugar perfecto además para hacer deporte. Desde las vías clásicas de escalada en roca que hay en las chimeneas del collado de la Najarra, hasta el ciclismo de montaña por la pista forestal que la rodea. Y un sitio también idóneo para ver animales: corzos, cabras monteses, garduñas, ardillas, zorros, águilas, buitres, azores, gavilanes, cárabos, autillos y todo tipo de pájaros.

Una montaña cercana, cuyas laderas llegan hasta Miraflores de la Sierra y el puerto de la Morcuera, pero que esconde en un recodo el Hueco de San Blas, un valle magnífico, silvestre y poco visitado. Un gran sitio, en definitiva para perderse durante horas explorando sus rincones.

Esta vez yo he subido monte a través por peña Rubia, el espolón rocoso que surge en la cara oeste de la montaña. Una zona perfecta para las cabra monteses, que han colonizado la zona y en la que se pasan el día triscando por los berrocales.

Desde ahí, para llegar a la cima quedaba todavía otro tramo de subida hasta el castillo de la Najarra. En esta zona las piernas ya no estaban para demasiadas alegrías, así que era mejor reponerse para poder soltar luego las piernas en la larga bajada que me esperaba después.

La vuelta la he hecho por el collado, desde el que se puede disfrutar de unas vistas extraordinarias. Y luego por el sendero que lleva al puerto de la Morcuera, en cuyos alrededores creen las espectaculares gencianas amarillas.

Desde ahí tan sólo quedaba rodar cuesta abajo por la pista que discurre por el pinar y atrochar luego desde la Parada del Rey hasta Miraflores. Un recorrido realmente precioso por una de las montañas más bonitas de la sierra.

3h 15 min






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