Llevo prácticamente parado un mes. El caso es que que, entre ajustes de logística familiar, el tiempo revuelto y mi cuerpo pidiendo un descanso, me toca comenzar desde cero. O, como diría el gran Massimo Troisi, comenzar desde tres. Ya que al menos he hecho tres salidas cortas durante estas semanas de holganza.
Y, como bien saben todos los que se hayan pasado alguna vez haciendo tapering, después de disfrutar del dolce far niente las piernas se quejan cuando las volvemos a poner en marcha. Y los pulmones también.
Así que en esas estamos. Aunque el tener que recuperar la forma ha tenido esta vez algo bueno: recordar una gran película de un gran cómico. Habrá que volver a verla (y ya puestos, también
Non ci resta che piangere).
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