miércoles, 15 de julio de 2020

Valle del Eresma

Teniendo en cuenta que mis piernas no están para farolillos, esta vez he optado por una salida suave, amable y no demasiado larga. Además, el tiempo era perfecto para disfrutar de un gran día entre los bosques de Valsaín. Pero una vez más, la realidad no ha coincidido con lo planeado.

A posteriori, creo que el problema ha sido que me he quedado deshidratado. Y no por falta de agua precisamente. Cuando comenzaba a correr a las siete de la mañana, el cielo retumbaba con tormentas cercanas, y algunas gotas me han ido acompañando mientras descendía el Eresma. Pero a pesar de la hora y de los nubarrones, la temperatura era alta. Así que con esta especie de sauna he sudado la gota gorda.

Como se trataba de una salida de placer e iba bien pertrechado, he bebido suficiente. Primero en la bajada por el río. Luego en la fuente de Valsaín. Y después varias veces subiendo hacia el puerto de la Fuenfría. Pero las piernas se quedaban sin fuerzas por momentos. Y es que en estos casos el agua no basta.

Hace falta sal. Porque por mucho que bebiera, el agua atravesaba mi cuerpo como si fuera un colador. Sudaba tanto como lo que iba bebiendo, pero mi cuerpo iba entrando en huelga.

Por lo menos la experiencia me ha servido para no forzar la máquina. Total, la diferencia entre ir lento y muy lento es tan sólo un pequeño detalle a estas alturas. Una pena en cualquier caso, porque el paisaje era un verdadero lujo para los castellanos que sufrimos el verano en la meseta reseca.

Es cierto que siempre se aprende algo nuevo, sobre todo los que somos duros de mollera. Así que la próxima vez me llevaré un bote con una bebida isotónica. O una bolsa de patatas fritas.

3h 29 min




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