En estos últimos días que paso en Castilla antes de viajar al norte he aprovechado para trotar por senderos que tenía casi abandonados. Uniéndolos en mis recorridos con atajos nuevos y viejos. Un poco para recuperar su sabor y un poco para salir con más ganas de casa.
Pistas, caminos, senderos, roquedales, y baldíos campo a través. Siendo Hoyo como es Hoyo, todo cuesta arriba o cuesta abajo. Con subidas cortas y bajadas llenas de piedras. Con la ventaja además de poder cruzarme con más fauna silvestre que cuando corre cerca de lo habitado.
Así, estos días me he topado con un par de ciervos y con decenas de conejillos. A estos últimos se les ve tan bisoños que apenas se apartan unos metros para dejarme pasar. Se ha notado la veda obligada por el virus que ha habido esta primavera. El año que viene los cazadores deberán ir con cuidado para no dispararse en el pie cuando salgan a por ellos.
En cuanto a mí, una vez que ya he asumido el trotecillo cansino como nuevo estilo de vida, se me está acabando la gasolina por esta especie de carreteras secundarias. Cuando termine el verano, ya veremos que nos tiene preparado el virus de las narices. Mientras tanto, aprovechemos para disfrutar del campo, de los bosques, los ríos, las montañas y el mar.
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