En su libro sobre la vuelta a Gran Bretaña corriendo, Elise Downing mencionaba a Anna McNuff, un torbellino de rizos rubios que no dudaba en liarse la manta a la cabeza a la hora de lanzarse a una aventura. Así que esa referencia era una buena excusa para leer por fin este libro que tenía en la lista de pendientes desde hacía tiempo, pero al que no le había dedicado mucha atención. Quizás porque el título me sonaba un poco raro.
Y lo cierto es que ha merecido la pena. Sobre todo porque lo que hace la autora es mucho más que narrar de forma escueta los seis meses que tardó en recorrer al trote Nueva Zelanda de parte a parte. Anna McNuff nos permite acompañarla de verdad en todos los aspectos de esta experiencia, a la que ella se lanzó sin demasiada preparación.
Poco a poco la vemos evolucionar e ir adquiriendo habilidades, tanto en lo de correr como en orientarse. O en el material que utiliza o deja de lado. La acompañamos cuando se pierde, cuando se lesiona, cuando tropieza (muchas veces) a lo largo de 3.000 kilómetros.
Compartimos su ansiedad ante los retos de una naturaleza muy salvaje, o cuando tiene que trotar por el arcén de una carretera, con los coches pasándole peligrosamente cerca. Con momentos de subidón y momentos de cansancio emocional o físico. Y siempre haciendo un ejercicio de sinceridad (consigo misma y con los que la leemos).
Esta fue la segunda gran aventura de Anna, después de haber rodado en bici por todos los Estados Unidos. Luego vendrían nuevos retos. más bici por los Andes, largas carreras por Europa... Y de todo ello ha ido escribiendo. Así que si nos gusta este libro, siempre podemos seguir acompañándola en el resto de sus desafíos.
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