Esta semana he podido aprovechar los últimos calores del verano, a pesar de las fechas, para trotar por un campo rebosante de vida. El lunes todavía pude oir cantar al alba a un chotacabras pardo (o cuellirojo), con sus pitidos tan característicos, antes de que volara hacia países más cálidos.
En otra salida me acerqué hasta la carretera de Torrelodones para hacerle una foto a una planta que está tiñiendo los arcenes de amarillo, la Dittrichia viscosa, conocida como olivarda, matamoscas o yerba pulguera. Y no es que se haya vuelto loca con el tiempo, es que realmente suele florecer en esta época.
Lo de olivarda puede venir porque es una planta que atrae a muchos insectos depredadores de plagas de los cultivos, y se usaba como una forma natural de control, por ejemplo en las plantaciones de olivares. El nombre científico de esta planta, viscosa, es autoexplicativo ya que sus hojas y tallos son un poco pegajosos- De ahí le viene también el nombre de matamoscas porque se usaba colgada dentro de las casas como atrapamoscas. Y lo de yerba pulguera se explica porque por lo visto antaño pensaban que el humo que producía al quemarse ahuyentaba las pulgas.
Parece que ya va a cambiar de verdad el tiempo, y que el frío dejará las hojas de los árboles temblando de amarillo. De lo que me alegro, porque aunque siempre es agradable salir a pasear en manga corta, el caso es que ya se echa un poco de menos el otoño.
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