Días de lluvia. Muchos días y mucha lluvia. Pero al menos el agua da de vez en cuando un pequeño descanso, lo que he aprovechado para trotar sin prisa hasta la Solana. Y luego, en vista de que el tiempo aguantaba y las piernas también, he prolongado la salida hasta el cuartel.
Mucha lluvia, pero poco frío, lo que ha transformado el campo de Hoyo en un paisaje del norte. La hierba crece como loca, los árboles aguantan el verde en sus hojas y, además, los pájaros todavía gorjean sin parar.
Lo único malo, además de que tanta lluvia no es buena para el alma, es que cada vez que salgo a correr vuelvo con las zapatillas encharcadas. No se trata sólo de vadear arroyos, sino de navegar senderos anegados. Aunque por otro lado, con el chapoteo vuelvo a sentirme como un niño.
1h 25 min
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