O al menos eso dicen, cuando van cuesta abajo. Así que, sabiendo que mi forma ya nunca va a ser la que era, pero queriendo volver a trotar por la sierra, pensé que una buena forma de hacer un recorrido más largo de lo habitual sería la de dejarme llevar por la fuerza de la gravedad. No funcionó.
La idea era salir del puerto de Navacerrada y bajar por la Barranca hasta donde me llevasen las fuerzas. Lejos, en teoría. Pero el caso es que aunque al final llegué a Moralzarzal, la última parte del recorrido la tuve que hacer andando. Las piernas no me daban ni para trotar en llano.
Una flojera que me dejó el resto de la semana con agujetas. Y eso después de llevar semanas corriendo casi a diario. Me daré alguna oportunidad más, pero mis últimas experiencias trotando por montañas de verdad han sido descorazonadoras.
No hay comentarios :
Publicar un comentario