martes, 2 de abril de 2024

Roya de los enebros


Hace unos días, mientras paseaba por el campo después de una mañana de tormentas me fijé en que los enebros tenían una especie de pequeños racimos de color amarillo naranja en sus ramas. No los había visto nunca antes, pero de pronto todos ellos estaban adornados con varios de estos ramilletes de algo que parecía ser un hongo.

Y efectivamente lo era: Gymnosporangium clavariiforme, la roya de los enebros. Un hongo parásito con una vida complicada, pero efectiva (como la de muchos otros parásitos). Porque lo que uno piensa que sería lo más fácil es meterse dentro de una planta y vivir de las rentas hasta el final de los días. Pero no.

Lo que hacen es buscarse un pisito en la ciudad y tener otro para las vacaciones. O lo que es lo mismo, cuando el hongo está ya maduro saca sus telios al sol en primavera. Los telios son cuerpos cilíndricos gelatinosos de color anaranjado llenos de esporas listas para colonizar otras plantas. Estos son los racimos que infectaban los enebros que vi el otro día. Y aquí es cuando deciden irse a la playa, porque en vez de afectar a otros enebros optan por colonizar plantas de las rosaceas (rosas, pero también manzanos y perales).

Allí pasan un añito, provocando manchitas amarillas en las hojas de las pobres anfitrionas que los aguantan. Y al cabo de ese tiempo, vuelven a producir esporas para regresar a casa (los enebros). Un hongo realmente curioso. Sobre todo porque después de una vida paseando y trotando entre enebros era la primera vez que los veía. Lo que se explica porque me he fijado que los ramilletes han desaparecido de un día para otro. Un espectáculo breve, pero intenso (sobre todo para las plantas a las que les toca la china).

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