Me gustan los cielos de invierno, duros y fríos. Me gusta los paisajes dorados del verano cuando hay tormentas y el sol se cuela por debajo de las nubes al ponerse. Me gusta el melodrama del otoño. Pero no hay nada como la luz de la primavera en el campo.
Las hojas nuevas de los árboles y la hierba creciendo, los prados llenos de flores, las nubes y el sol luchando para ver quién consigue su mejor perfil. La vida en su infancia y juventud, con todo el futuro por delante, nos deja un mundo lleno de belleza y color.
Siempre me alegro de salir a correr en cualquier momento del año, llueve, truene o salga el sol. Pero, como ya he dicho muchas veces, quedarse en casa en primavera debería estar castigado.
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