Al este de la sierra Cabarga hay un montecillo desgajado que se alza como un faro en las cercanías de Solares. Es un pico que marca el territorio cercano, por lo que no es extraño que en su momento se construyera una pequeña atalaya en su cima. Seguramente por eso se le conoce como el Castillo.
Siempre había querido subir, pero pensaba que no tenía ningún sendero. Además, una de sus empinadas laderas se aprovecha como cantera por una empresa privada. Pero hace poco descubrí que realmente existe un camino hasta lo más alto.
Así que, para quitarme las telarañas de encima, he hecho un pequeño recorrido pasando por este pico solitario. La subida comienza en la cara suroeste del monte, por un senderillo entre eucaliptos. Lo malo es que para cuando coges el ritmo el sendero se acaba. Lo que sigue es una trocha directa y realmente empinada hasta la cima.
Un tramo largo, recto y resbaladizo por el que trepar con cuidado en la subida, y con mucho más cuidado para no caerse durante la bajada. La cumbre del monte es una pradera despejada desde la que se admira sólo una parte del paisaje, ya que la espesa vegetación no permite asomarse hacia el norte.
El resto del recorrido lo he hecho por terreno más conocido y, como es costumbre en esta tierra, pisando asfalto y cemento. Una salida en la que he podido disfrutar de un atardecer realmente bello y de un montecillo curioso.
1h 36 min
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