Escrito a principios de los años 70, en plena época hippie, este libro parece una oda a la mística del flower power: un tipo barbudo, medio desnudo, corriendo descalzo por las playas de California y soltando perlas de sabiduría oriental.
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miércoles, 25 de abril de 2018
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Grandeza
Cuando pienso en las personas que me inspiran de verdad a la hora de
correr no sólo pienso en gente como Kilian Jornet, Anton Krupicka, Geoff Roes
o Scott Jurek. Creo que ellos nos sirven de ejemplo, no porque ganen carreras,
sino por cómo lo hacen. Pero correr es mucho más que ir rápido.
En el fondo, los que más respeto me merecen son los corredores que
siguen corriendo cuando los mejores ya están en casa. Decía Christopher
McDougall que cuando terminó su primera carrera larga, muchas horas después de
que hubieran llegado el resto de corredores, Scott Jurek le felicitó en la meta
como su fuera el campeón. A él le sorprendió, ya que había tardado el doble de
lo que había hecho Scott. Pero éste le contestó que por eso era mucho más
valiosa su carrera, porque el sufrimiento también había sido el doble.
La gente que admiro de verdad es la que llega al final. Y no sólo
porque yo esté entre ellos (o por detrás). Son personas que no están tan en
forma, pero que disfrutan de lo que hacen a pesar de lo que les cuesta. Sus
objetivos son humildes. Y su pasión por correr mucho más sincera.
Ya he mencionado otras veces la frase de Chesterton: “alguien debe amar realmente lo que hace cuando no solo lo practica sin tener esperanzas de ganar fama o dinero, sino que incluso lo practica sin ilusiones de hacerlo nunca bien”. Creo que resume lo que pienso de gente como Nathan. Un chaval de doce años que nos enseña más de lo que es correr que muchos de las grandes estrellas. Aunque es un anuncio que hizo Nike antes de los últimos Juegos Olímpicos, el video merece la pena.
martes, 6 de noviembre de 2012
Estilo
No hay dos personas que corran de la misma forma. Cada cual
tiene un estilo característico e inconfundible al mover el cuerpo, al girar la
cabeza, al patear el suelo o al bracear.
En las escuelas de atletismo se suele insistir mucho en la
técnica para mejorar teóricamente el uso de las fuerzas. Así, es muy fácil de distinguir
el braceo “oficial”: poderoso, uniforme y paralelo al cuerpo.
Quizás sea beneficioso para los corredores de pista, en los
que unas décimas de segundo marcan la diferencia. Pero para los que corren por
caminos y montes durante horas, lo importante son otras cosas. La técnica es más importante si cabe, pero es
buena sólo si permite estar cómodo.
Por ejemplo, el braceo. Si se usa el tipo oficial durante mucho tiempo, lo más probable es que se inflamen los costados del cuerpo,
cerca de las axilas. Por eso los que corren ultras suelen llevar los
brazos con los codos hacia fuera y moverlos mucho menos.
En atletismo de pista es ya muy difícil encontrar a alguien
como Emil Zatopek, cuya forma de correr fue descrita como la de un tipo luchando contra un pulpo encima de una cinta transportadora. En
distancias largas, los kenianos y etíopes muestran muchas más diferencias. Y en
el mundo del ultramaratón, todavía hay muchos que luchan contra pulpos.
Tres de los más grandes nos sirven de ejemplo para darnos
cuenta de que en la variedad está el gusto: Anton Krupicka, Geoff Roes y Scott
Jurek.
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