Cuando pienso en las personas que me inspiran de verdad a la hora de
correr no sólo pienso en gente como Kilian Jornet, Anton Krupicka, Geoff Roes
o Scott Jurek. Creo que ellos nos sirven de ejemplo, no porque ganen carreras,
sino por cómo lo hacen. Pero correr es mucho más que ir rápido.
En el fondo, los que más respeto me merecen son los corredores que
siguen corriendo cuando los mejores ya están en casa. Decía Christopher
McDougall que cuando terminó su primera carrera larga, muchas horas después de
que hubieran llegado el resto de corredores, Scott Jurek le felicitó en la meta
como su fuera el campeón. A él le sorprendió, ya que había tardado el doble de
lo que había hecho Scott. Pero éste le contestó que por eso era mucho más
valiosa su carrera, porque el sufrimiento también había sido el doble.
La gente que admiro de verdad es la que llega al final. Y no sólo
porque yo esté entre ellos (o por detrás). Son personas que no están tan en
forma, pero que disfrutan de lo que hacen a pesar de lo que les cuesta. Sus
objetivos son humildes. Y su pasión por correr mucho más sincera.
Ya he mencionado otras veces la frase de Chesterton: “alguien debe amar realmente lo que hace cuando no solo lo practica sin tener esperanzas de ganar fama o dinero, sino que incluso lo practica sin ilusiones de hacerlo nunca bien”. Creo que resume lo que pienso de gente como Nathan. Un chaval de doce años que nos enseña más de lo que es correr que muchos de las grandes estrellas. Aunque es un anuncio que hizo Nike antes de los últimos Juegos Olímpicos, el video merece la pena.