La última salida del año ha sido por el que quizás sea mi recorrido
favorito. Ida y vuelta por los bosques de La Najarra y del Hueco de San Blas.
Subiendo y bajando por senderos y caminos entre pinos y robles. Además, el día
acompañaba. Sol y fresquito sin viento. Un placer.
Nada más salir, en medio del robledal, dos corzos han venido corriendo
entre los árboles desnudos hacía donde yo estaba. Cuando me han visto han
girado y me han acompañado durante un rato mientras subía. Aunque el alba ya
quedaba lejos, todavía era temprano. El bosque estaba en calma y el suelo
todavía cubierto con la escarcha de la noche.
Con estas temperaturas y carreras cortas, estos días no estoy llevando
ni líquido ni comida. Hoy tan sólo he cogido una botella pequeña y un par de
barritas de chocolate (aunque al final, tan sólo he comido una). Además, por el
camino iba cruzando un arroyo tras otro, por lo que en caso de necesidad
siempre hubiera podido beber agua fresquita.
Han arreglado la pista de la zona quemada, por lo que ha perdido ese
aire de camino abandonado que tenía. Pero creo que por poco tiempo, porque el resto de las pistas que compactaron hace
un par de años ya están empezando a asilvestrarse. Mejor así. Al menos para la
vista.
A la vuelta, cuando bajaba por los bosques del Hueco, el calorcillo ya
se dejaba notar. El olor de los pinos y de la tierra húmeda me ha acompañado
durante el resto del recorrido. Y al final, un trago de agua helada en la
fuente del Cura. Helada de verdad. Hacía daño y todo.
Una excelente forma de despedir el año.
- Un día y un lugar magníficos
- A pesar de que tenía la sensación de que iba muy, muy lento, al final el tiempo ha sido aceptable.
- Sigo corriendo con mayor cadencia y pasos más cortos. Me parece que así controlo mejor las sensaciones del cuerpo y fuerzo menos la máquina.
24,16 Km (15,01 millas)
835 m
2h 34 min (9,41 Km/h)