Una escapada rapidita al alba, subiendo a la sierra de Hoyo para disfrutar de las vistas con las primeras luces del día. Aunque lo de rapidita es una pequeña hipérbole. Porque el ritmo no es que fuera demasiado alegre precisamente.
Desde hace ya años, por mucho que corra de forma habitual por el campo, lo cierto es que la velocidad de mis zancadas va disminuyendo. El objetivo de batir récords personales quedó aparcado en el camino tiempo atrás. Por eso, sólo puedo hablar a estas alturas de rapidez en un sentido figurado.
Pero lo bueno que tiene trotar por el monte es que lo importante de verdad está a nuestro alrededor. Y forzar la máquina lo único que hace es impedirnos disfrutar de los detalles del paisaje. Detalles que, a mi ritmo actual, podría hasta dibujar al carboncillo según paso a su lado.
Lo que me permite ser más consciente de lo privilegiado que soy. Al disfrutar de senderos silvestres nada más abrir la puerta de casa. Y al poder correr aún una o dos horas cada día, aunque sea despacito.
1h 53 min
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