Un recorrido corto a primera hora por el valle de la Fuenfría. Disfrutando de la soledad y de la compañía al mismo tiempo. Soledad porque tan sólo nos hemos cruzado con varios cazadores haciendo prácticas de tiro en lo alto del puerto.
Siempre me ha sorprendido que los excursionistas se pierdan el momento más bello del día, cuando sale el sol, por quedarse un poco más en la cama. Parece que sólo los cazadores son capaces de vivir ese momento mágico. Aunque su razón no sea ni plácida, ni contemplativa.
El caso es que, además ha merecido realmente la pena subir hasta lo más alto del valle. Las nubes se han quedado cubriendo la plana madrileña, mientras que las montañas se teñían de naranja con el sol naciente. Todo un espectáculo, porque era como correr a orillas de un mar blanco.
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