sábado, 12 de mayo de 2018

Una primavera perfecta

Durante los últimos años nos hemos acostumbrado a pasar del fresquete relativo del invierno directamente al calor sofocante del verano. Una transición que ya recogían esos refranes castellanos de nueves meses de invierno y tres de infierno (aunque ahora se haya invertido el número de meses).

Por eso estoy disfrutando tanto de esta primavera. Con sus cambios de humor, sus lluvias, sus días de camiseta y tardes de jersey, sus temperaturas templadas, sus praderas verdes repletas de flores... Una primavera perfecta en todos los sentidos.

Correr por el campo al empezar la mañana estos días es un verdadero placer. Ya están floreciendo los cantuesos, las linarias, las jaras y un montón de plantas más. Los arroyos todavía bajan con agua, y las lluvias ocasionales recargan el campo de humedad. Y todo ello con una banda sonora de lujo, en la que el canto del cuco va marcando los minutos que nos quedan para que llegue el verano.

Carpe diem. Porque, como diría Shakespeare, la primavera infunde todo con el espíritu de la juventud. Y ya se sabe que la juventud es una joya efímera.


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