Llevo varios meses sin hacer salidas largas de verdad. Acostumbrado a correr una hora cada día, a veces echo de menos esos recorridos en los que subía y bajaba montañas durante toda la mañana. Y cuando me alejo de casa un poco más de lo normal me faltan las fuerzas.
Puede que mis piernas y pulmones no estén ya para esas proezas de antaño. O puede que simplemente haya perdido la costumbre de trotar durante horas y de trepar por crestas empinadas.
Y es que, en la vida de un corredor, como en cualquier otro aspecto de la vida con mayúsculas, vamos pasando por diferentes etapas. Como si fuera una carrera ciclista, hoy nos toca una contrarreloj, mañana una etapa larga con viento de lado y pasado el Tourmalet.
Aunque si fuera un ciclista, yo estaría ahora más cerca de las excursiones de verano azul que del Tour de Francia.
1h 43 min
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