David Wallace-Well nos cuenta en su libro The Uninhabitable Earth cómo va a cambiarnos la vida en los próximos años por el calentamiento global. Dos cosas son realmente importantes: el cambio va a ser rápido y nos va a afectar en todo.
Es decir, no van a ser ya sólo nuestros nietos los que teóricamente sufran los efectos de nuestra desidia. Y la cosa no va a ser simplemente que el mar vaya a subir unos centímetros a lo largo de las próximas décadas.
Los cálculos más probables nos pintan una subida real de las temperaturas de 4-5º durante este siglo. Es decir, que antes de morirnos seguramente tengamos en Madrid el clima de Sevilla. Y en Sevilla, el infierno. Un infierno vacío eso sí. Porque cuando hace demasiado calor en un sitio, nuestro cuerpo no puede aguantarlo y lo abandonamos. Por eso se llama desierto.
Así que las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas: menos tierras de cultivo, menos zonas aptas para la vida humana, muchas ciudades inundadas, aumento de las enfermedades contagiosas, millones de refugiados y desplazados, aumento de movimientos de extrema derecha queriendo poner muros al campo, guerras por los recursos cada vez más escasos...
Un jolgorio, vamos. Y para alguien tan pesimista como yo (optimista bien informado), estos problemas no tienen solución. Porque unir a la gente con un objetivo por el bien común no va a pasar nunca. Así que seguiré corriendo hasta el fin del mundo, con la mente en blanco y una sonrisa en la cara. Habrá runners en el futuro entre los bichos y bacterias que hereden la Tierra?
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