Hay veces en las que apetece correr por bosques umbríos. Y hay otras en que nos tiran los picos más altos. Subidas interminables en las que vamos ganando altura, viendo como el mundo que nos rodea desaparece en la lejanía.
El otro día tenía ganas de montaña. Pero como todavía no me fío de mis piernas, opté por un recorrido corto y facilito. Algo sencillo que me permitiría probar la forma y disfrutar del paisaje.
Una subida continua y sin grandes cuestas hasta las Cabezas de Hierro. Partiendo desde el puerto de Cotos y aprovechando la loma del Noruego para ganar altura sin complicaciones. Y ya desde la Bola del Mundo, continuando por Cuerda Larga hasta la Cabeza Mayor.
Por el camino me fui cruzando desde la salida con un rosario de corredores que bajaban desde Guarramillas. Tantos, que me han confirmado una vez más que esto del Mountain Running es algo más que una moda pasajera.
De hecho, durante el recorrido vi mucha más gente al trote que montañeros tradicionales. Corredores de todo tipo y condición: hombres y mujeres, delgados y fondones, rápidos o como yo.
Gracias a las dudas que tenía en mi forma física, la subida fue mejor de lo previsto. Con la prudencia que da la falta de seguridad en uno mismo, conseguí llegar hasta las Cabezas sin cansarme. Controlando la respiración, pero sin dejar de correr en ningún momento.
Sin embargo la bajada por el arroyo de las Cerradillas me dio la puntilla. Como ya he comentado en alguna otra ocasión, la sierra de Madrid es una cadena de montañas suaves con cimas redondeadas.
Normalmente se puede subir hasta lo más alto por veredas bien trazadas y sin demasiada dificultad. Pero hay algunos caminos que trepan directamente por barrancas abiertas por las aguas del deshielo. Es el caso de los senderos de la cara sur de la Maliciosa. O el que serpentea por la cara norte de las Cabezas de Hierro, y que me tocaba seguir en la bajada.
Una zona realmente peligrosa en invierno, por las placas de hielo que han causado más de un accidente mortal. Pero que en esta época tan sólo provocan algún que otro resbalón. Aun así, lo empinado del sendero hace que sea imposible correr. Y no sólo cuesta arriba.
Saltando de peña en peña y esquivando los tramos de arena suelta, la bajada no permite relajarse ni un instante. Así que cuando llegué a la parte final del sendero, tan sólo pude trotar despacito para soltar las piernas, agarrotadas de tanta tralla.
En cualquier caso, terminé contento un recorrido realmente bonito y divertido. Pero en el que hay que tener en cuenta un par de cosas. La primera es una recomendación general para correr por las montañas: es mucho mejor salir temprano (sobre todo si va a hacer calor). Y la segunda es que tan sólo vamos a encontrar agua en la zona más baja del recorrido.
3h 10 min
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