La primavera está a punto de acabar, pero tenemos ya un tiempo veraniego en el que el mejor momento para correr es a primera hora de la mañana. Sobre todo cuando sale conmigo mi compañera canina, que sufre más que yo los embates del calor.
Semanas para ponerme en forma. O algo parecido. Porque echo de menos perderme durante horas por la sierra, trotando montañas sin fundirme a las dos horas.
Días en los que he recuperado algunos de los sonidos que echaba de menos en esta época. Además de los cucos y abubillas diurnos, los autillos cantan de nuevo por la noche, junto con un ruiseñor que ha hecho de mi jardín su territorio. Un buen momento para disfrutar del campo.
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