Ahora que el invierno está a punto de llegar, el fresquito nos ha dado un pequeño respiro y estamos disfrutando de días de sol sin viento. Con la temperatura perfecta para volver a correr en camiseta y pantalón corto. Así que había que celebrarlo con una salida larga trotando por la sierra de Hoyo.
Volviendo a recorrer senderos por los que no pasaba hace meses y que, en este tiempo han cambiado más de lo que pensaba. Quizás porque cada vez más gente los visita. Sobre todo ciclistas. Sendas y trochas en las que antes sólo se veía la huella de zapatillas y botas de montaña ahora tienen cicatrices de muchas ruedas.
Y una cosa que seguro está ayudando a meter más presión en estos senderos de montaña son las bicicletas eléctricas. En este recorrido, sin ir más lejos, han sido varios los ciclistas que me han adelantado a toda pastilla cuesta arriba. Y alguno me lo he cruzado en sitios en los que antes costaba llegar sólo con el esfuerzo de las piernas.
Las ventajas de ese tipo de bicis con motor son muchas. Pero parece que no somos conscientes de que todo lo que favorece que la gente llegue a un sitio sin esfuerzo, favorece asimismo su degradación.
2h 35 min
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