Después de empezar el año con una nevada histórica, y seguir con una ola de frío que yo tampoco había visto nunca por aquí, parece que el año se ha serenado un poco. Todo ha ido volviendo a la normalidad. El hielo se ha fundido y las temperaturas han ido subiendo. De hecho ahora estamos en ese veranillo típico de finales de enero.
Lo que todavía sigue es el agua. Charcos enormes, Caminos embarrados, prados anegados, arroyuelos silvestres corriendo alegremente... Da gusto correr con tanta humedad. Hoy mientras trotaba chapoteando, el olor de la hierba me ha recordado a los paisajes del norte.
Pero como volvemos poco a poco a la normalidad castellana, hay que disfrutar del agua mientas dure. Y de los pájaros que cantan ya como si estuviéramos en primavera. Parece que los más tempraneros se han puesto a proclamar sus territorios. O puede que sus canciones reflejen tan sólo la alegría de haber sobrevivido estas semanas, tan duras para ellos.
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