Una salida para poder apreciar cómo está el campo alrededor de Hoyo, después de que la nieve haya terminado ya de fundirse. Una vuelta tranquila chapoteando por charcos y barrizales, con la tierra rezumando agua por cada esquina. Algo casi tan poco habitual por aquí como eso de ver el paisaje blanco.
El día anterior ya había salido al trote, tras dos semanas parado por la nieve y el hielo. Así que ya sabía lo que me iba a encontrar. Como siempre, lo mejor en estos casos es dejarse de remilgos desde el primer momento, y asumir que vamos a terminar con las zapatillas empapadas. Eso nos va a ahorrar ir dando saltitos ridículos, además de hacernos sentir otra vez como cuando éramos niños.
Tras unos días de niebla, el cielo despejado se ha agradecido. Eso sí, el sol brillando en el cielo ha sacado de su refugio a todos los ciclistas del mundo entero. Y también a unos cuantos tipos corriendo. De hecho, este fin de semana me he cruzado con más corredores (y sobre todo corredoras) que en los últimos meses.
Al final he notado en las piernas estas dos semanas parado, en las que lo único que he hecho ha sido pasear y palear nieve de vez en cuando. Pero ha merecido la pena. Realmente tenía ganas de volver a corretear otra vez por el monte.
1h 44 min
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