Cuando quiero ver cómo está el campo en general, este recorrido me permite pasar por muchos sitios distintos para comprobarlo. Desde los berrocales y encinares de la parte baja de Hoyo hasta las laderas de la sierra. Un camino circular que además no es demasiado difícil.
Lo malo es que he tardado en ponerme a trotar, y el sol calentaba ya lo suyo. Así que para no agotarme a mitad de camino he optado por un trote cochinero todavía más lento de lo habitual.
La primavera nos está dejando estos días cielos brillando de un azul intenso. De color cobalto, como dirían los poetas. Pero yo, que no me he codeado mucho con este mineral, lo compararía más con el color de las centaureas o el de las gencianas que crecen en los prados de montaña.
Hablando de flores, lo que me ha sorprendido es la gran cantidad de viboreras que pintan ahora la hierba con sus flores moradas. Recuerdo que hace unos años tuvimos otra explosión extraordinaria de estas flores, así que es posible que hayan desarrollado la estrategia de tener un ritmo biológico de floración extrema cada cierto tiempo para favorecer su expansión. O puede que sea sencillamente efecto de la casualidad. Y en rumiar cosas como esta se me pasa el tiempo corriendo. Todo vale para confundir el cansancio.
1h 50 min
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