lunes, 30 de mayo de 2022

Correr de forma aleatoria


A pesar de llevar una buena pila de kilómetros en las piernas, todavía sigo sin saber cómo se me va a dar la cosa antes de salir a correr. Hay días en los que vamos ligeros y otros en los que nos pesa el cuerpo. A veces podríamos correr recitando el Quijote, y otras nos ahogamos en cuando damos dos pasos.

Parece como si nuestro cuerpo respondiera de forma aleatoria. Y es algo que parece que le pasa a todo el mundo. Sin embargo, hay cosas que casi siempre nos ayudan a tener la suerte de nuestra parte. Según mi experiencia, estas son algunas de las que influyen en nuestro rendimiento inmediato:

- Forma física: es algo obvio, pero a veces se nos olvida. Si venimos de una lesión o de un parón lo más normal es que nos cueste recuperar la forma y corramos a trancas y barrancas durante una temporada.

- Temperatura: supongo que cada uno preferirá correr en unas condiciones u otras. A mí por ejemplo me afecta cada vez más el calor.

- Hora: lo mismo que con la temperatura. Personalmente rindo siempre mejor a primera hora, y las tardes son la muerte.

- Comida: salir a trotar después de meternos una buena fabada no es lo más aconsejable. Pero también creo que nos afecta, y mucho, lo que hemos estado comiendo los días anteriores. Un factor que cada día me parece más determinante.

- Virus y bacterias: no me refiero a problemas gordos, pero a veces una pequeña alergia, infección o una herida nos dejan el cuerpo flojo para correr ya que está usando parte de su energía en ello.

Lo cierto es que todo esto me afectaba menos cuando tenía veinte años, pero ahora toda ayuda se agradece. Decía Plinio aquello de fortes Fortuna adiuvat. Sin embargo, para nosotros los viejos debería haber dicho mejor cautus Fortuna adiuvat.





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