jueves, 1 de diciembre de 2022

Flores alienígenas


Siempre que veo setas por el campo pienso que son como flores de otro planeta. Un poco flores sí que son, ya que en el fondo cumplen la misma función con los hongos que las vistosas rosas o las margaritas. Pero no por ello dejan de parecerme extraordinarias.

Para empezar, surgen en el campo como su propio nombre indica. Basta con que haya humedad y unos días soleados, y el monte se llena de pequeños sobrerillos redondos. Los hay de todos los colores, formas y tamaños. Desde las grandes lepiotas hasta minúsculos paraguas que crecen en la madera podrida.

Otros tienen forma de oreja, de pelota, de platillo volante o de chicle mordisqueado. Blancas, grises, verdes, naranjas, amarillas... Por no hablar de las que son un majar o de las que te pueden llevar al hoyo con sólo un mordisco.

Yo las aprecio más en el monte que en el plato. Y por eso me apena ver cómo la gente que se lanza a buscar las comestibles, patea de mala manera el resto allá por donde pasa. Puede que las que destrozan sean tóxicas, pero todas tienen su propia belleza alienígena.




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