Estas últimas semanas hemos tenido de todo, menos frío. Llovió mucho y el campo se cargó de agua. Soplaron vendavales que se llevaron las hojas de los árboles antes de que se pusieran amarillas. Sube la niebla a veces desde la llana del Pardo empañando el paisaje. Y hasta hemos tenido muchos momentos al sol.
Tanto sol y con tan buena temperatura que no me sorprende haberme cruzado con una serpiente en mis correrías, haber visto como las hormigas se activaban para arreglar los respiraderos de sus nidos o poder saludar a una salamanquesa en la terraza.
Son días en los que el campo nos ha dejado todavía muchas cosas que ver, antes de que llegue el invierno. Algunos árboles vestidos de otoño (pocos), charcas rebosando agua... hasta un par de jaras confundidas, que han abierto sus flores como si ya hubiera llegado la primavera.
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