Para un corredor, las semanas tienen tantos días como las salidas al trote que hayamos hecho. Y para mi esta semana ha sido realmente breve, tan sólo ha durado un par de días. El resto lo he pasado en casa con un pequeño trancazo que me ha regalado el otoño.
Al menos, en una de mis salidas pude hacer un recorrido más largo de los que estaba corriendo últimamente. Una vuelta que me llevó hasta las charchas del Camocho, que se están empezando a llenar poco a poco con las lluvias.
Y es que este año el tiempo sigue regalándonos estaciones platónicas, esas que parecen acercarse al ideal que las define. Todas han llegado y se han ido a tiempo. Ha llovido cuando tenía que llover; y el sol, el viento y las nieblas han hecho su trabajo cuando debían hacerlo. Ahora estamos ya con los primeros fríos, esos que pintan de repente de amarillo los árboles. Así que espero no tardar mucho en poder salir a disfrutar del cambio en vivo y en directo. Y que mis próximas semanas puedan tener muchos, muchos días.
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