Me gusta correr, y su pongo que lo haría por donde fuera. Pero lo que
de verdad me gusta es correr por el campo. Montañas, bosques, praderas,
cañones, ríos, senderos casi ocultos entre la hierba y las rocas. Ese es mi
paisaje ideal para relajarme.
Por eso, cuando me aburro, a veces me pongo a pensar en mis recorridos
desde un punto de vista estético. Y pienso que se pueden clasificar dependiendo
de por los sitios por los que discurran.
La parte de mi cerebro más germanica, la que está deformada por el uso
del Excel, ya ha cavilado en otras ocasiones un sistema para puntuar los
caminos dependiendo de la dureza del terreno y de la distancia. Al menos me
ayuda para calcular el tiempo que voy a tardar cuando los corro por primera
vez.
Pero si lo que cuenta es la belleza, no hay que darle muchas vueltas a
la cabeza. De uno a cinco, podría ser de la siguiente forma:
0: Cinta: no he corrido nunca en cinta, aunque supongo que la usaría si estuviera en una cárcel o me pagaran por ello.
1: Calles y carreteras: por donde terminaría yendo si no tuviera más remedio. Aunque de hecho, hay paseos, avenidas y carreteras muy potables.
2: Parques y campo urbanizado: una alternativa más amena que la anterior, sobre todo para recorridos cortos (por eso de no dar vueltas como un hámster).
3: Campo normal y corriente: aquí empieza la diversión de verdad. Para entendernos, podrían ser esos caminos típicos entre campos de Castilla. No llena el alma de paz, pero aleja los malos humores.
4: Naturaleza destacable: un verdadero regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos. Y sin demasiados problemas. Casi todos tenemos relativamente cerca un bosque, un río, unas montañas o una playa que merezcan la pena.
5: Naturaleza espectacular: Aigüestortes, el cabo de Gata, los cañones del Ebro, la selva de Irati… Que cada cual ponga en el mapa los lugares mágicos a los que se iría a vivir sólo para poder correr allí todos los días.
Con este sistema, compruebo que el más feote de mis recorridos este año
ha sido el de la vía del tren, con una mezcla de los puntos dos y tres. Normal,
porque lo uso sólo cuando necesito correr en llano por cuestiones técnicas.
Los mejores recorridos han sido los del puente de la Marmota, el puente
del Batán y la sierra de Hoyo. Todos discurren por zonas de tres, y llegan en
algunos puntos a alcanzar el cuatro.
De mis habituales, las más bonitas son las que suben y bajan por la
sierra de Guadarrama (en Cercedilla y en Miraflores). Aunque este año todavía
no las han visto ni mis ojos, ni mis piernas. Todo llegará.