Aprovechando un entrenamiento de mi hijo, me he dado una vuelta más larga de lo que suelo hacer últimamente cuando corro por Torrelodones. Dando la vuelta al canto del Pico y bajando por el arroyo de Trofa. Con un día perfecto para correr a media mañana.
Al ser día de fiesta, pensaba que me iba a cruzar con mucha gente: ciclistas, paseantes, corredores... Pero lo cierto es que en cuanto te alejas diez pasos de los puntos donde dejar el coche, el campo sigue estando vacío. De hecho, tan sólo me he topado con otro corredor en las cercanías de las Colinas.
Es algo que no logro entender, porque hoy el día invitaba a perderse por el monte. Pero en cualquier caso, mejor para mí. Así he podido perderme tranquilamente en mis pensamientos. Y disfrutar de la belleza del paisaje con tranquilidad.
Porque las lluvias de hace unas semanas le han sentado muy bien al campo. Verdeando la hierba, haciendo que algunas flores asomen la cabeza y que las setas broten entre la maleza. Un otoño de libro. Incluso con un bando de grullas trompeteando mientras pasaban por encima de mi cabeza al final del recorrido.
1h 39 min
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